Un compuesto no nutriente

Un domingo mientras escuchaba música y compartía con mi familia un almuerzo,  recordé una situación que me marcó.

Todo comenzó con una mujer a la que conocía hace ya un año. Comía muy bien y realizaba sus actividades. De repente, ella entró en depresión, una que duró casi dos meses…

Durante ese tiempo, fue realmente difícil que consumiera alimento, simplemente no quería, no se dejaba asistir, como si hubiera perdido las ganas de vivir. No importaba que tipo de alimento preparáramos, intentamos con platos tradicionales, especiales, entre muchos otros, pero la respuesta fue siempre la misma. El alimento no le entregaba lo que ella deseaba.

El equipo que la trataba buscó diversas soluciones hasta se encontró. Ella necesitaba ver a su hija. Se buscó, se logró que ellas compartieran un momento en torno al alimento y comenzó un tratamiento de casi 6 meses para lograr recuperar su estado de salud y anímico.

No se había logrado que ella  consumiera el alimento juiciosa, pero su hija, con un yogurt y una empanada, logró lo que muchos intentamos sin éxito absoluto. Ese yogurt y esa empanada tenían más de lo que ninguno de nosotros podía entregarle por más aprecio que le tuviéramos.

Esto me llevo a una conclusión muy simple… existe un nutriente muy importante, tal vez más que aquellos que se encuentran en los alimentos, la felicidad.

El alimento no presenta este nutriente, es el ser humano el que lo agrega. De esta manera encontramos que hay alimentos o momentos con mucho significado para las personas como una torta, un postre, un asado, salir a comer afuera, la comida de la abuela, un café, etc.

Cuando pensé en ello, me di cuenta porque muchas personas al hacer dietas en donde tienen que modificar radicalmente su alimentación, normalmente se cansan y fracasan. Se les dificulta porque el alimento ya adquirido un significado relacionado con algo que les hace sentir bien.

Por ello es necesario educar y poner en práctica los hábitos de vida saludables para lograr un proceso efectivo, en donde la felicidad que genera la alimentación no se vea desplazada por un objetivo por una dieta estricta, sino que el conjunto de actividades logren el resultado deseado.

Por lo tanto, es necesario pensar cuando se realice una dieta tanto en el proceso como en el resultado, de tal manera que el cambio sea gradual y nunca tan exigente para restringir tan importante nutriente.

PD. ¡Agreguemos felicidad siempre a nuestras preparaciones!  Estemos con nuestras familias y cambiemos el pensamiento de “solo comer por hambre” a “Alimentarnos por bienestar”.

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